Poemas de Paloma Fernández Gomá



COMENZAR DE NUEVO


Queda la fugacidad de lo vivido

el espejo marchito y los  surcos desdibujados.

La  mirada se preña de cansancio, obstinándose

en mirar de  nuevo, pero siempre  contempla 

                                                   lo mismo:

filtros  que guardan sueños, un rumor discontinuo

y un paisaje  difuminado.

La perspectiva se hace opaca

y se hunde en ritos de silencio.

Después comenzar de nuevo,

volver al requisito establecido

para que comience la primavera.

 

                                                      Del libro Iris

 

 

 







DOS ORILLAS

La luz de la tarde se precipita hacia la lenta trashumancia de los sentidos,
tras el desahucio de la noche crece un hálito
de ópalos vencidos que fue sembrando el humus.
El óxido blandió su filo acerado sobre la mies
haciendo surgir leyendas ancladas .

Quedaré a la espera del núbil temblor
que profesan los astros, si la noche llegase
a copar los sentidos con su inmensa distancia.

Tal vez un único rumor fue el intérprete deseado
para colmar huecos de marchitas órbitas
que no se detuvieron a contemplar el aire renovado
por el delirio de una fiebre temprana
que habrá de asumir la dicha de lo imperecedero.

                                                              De Espacios oblicuos





La alberca

Desde la penumbra llegan los giros ocultos de las llaves
y una amplia sala donde suenan pasos
que inician su viaje personal hacia la claridad.
La rúcula y el ciclamen anidan en la noche,
después queda el brillo de los astros. 
sobre la alberca
y el agua que cubre destellos
para iniciar su cabalgadura hacia la luz 


                                             Del libro iris. 

Duermevela

Algunas noches se originan
en el estertor de los limbos
cuando la raíz profunda del sueño 
comienza a descubrir el duermevela
que precede al descanso.
Hay una convicción tenaz
en disipar la sombra penetrante 
que muere en los equinoccios.
El cuenco vacío de la noche
se ausentadel dolor
para dormir en cualquier frontera,
en él se aúnan todas las voces  
o un rigor desgastado 
que apunta al Norte
y se mezcla con la arena 
cuando sopla el levante
y los brazos sienten agotamiento
bajo el agua.
Sin esperanza ni conchas 
yace la playa sobre la arena.


                                    Del libro iris.

Latidos y pasiones

Esta vez sería un golpe de calor. 
que se ha ido diluyendo lentamente 
ante la mirada.
El intermedio es constante. 
cuando el éxtasis de los sentidos 
toca fondo y se aumenta 
detrás del cristal de la lupa
desgastando los contornos 
con el peso de sus continuas plegarias.
La pasión eterna es voluntad. 
de los titanes que nutre de ámbar 
las hojas caídas.
Siempre se acerca a nosotros. 
el rumbo itinerante del viento 
con su canción de raíz profunda
modulando latidos y pasiones. 
que llegan intactos al borde
de los caminos

                                             De Iris 





















Pasos enlentecidos 

Los pasos enlentecidos son el preámbulo 
de soledad, que habrá de acompañarte.
El largo silencio de los días no consiguió 
aléjate de tus recuerdos, siempre aletargados.
en los álbumes. 
Los versos se desprendieron del glosario. 
y la mirada anidó en la tarde,
cuando la voz declina y el calendario 
interpretar las horas con la parsimonia 
de las hojas dejándose caer, siempre 
lentamente, sin prisa, avecinando 
oráculos de  pasados triunfos.
El cuenco de los cálices permanece 
sin agua ni savia interpretando nidos vacíos.
Que soledad recorre nuestros pasos
cuando la tarde augura lloviznas
y los goznes giran cerrando la puerta.

                         De la soledad que nos habita 


La hora del tren

Esta noche se escuchó el tren,
ya no suena como antes, no silba.
Hoy es la resonancia de los caminos.
Un lenguaje metálico que arrastra
historias sesgads de gestos, vitualla
del pan y melaza para los túneles,
siempre desplazando a las sombras;
y luego, la imaginaria de estaciones,
andenes y el reloj.
Tiempo a destiempo que sufre
el flagelo del olvido. Es soledad 
que se inocula en la hierba, atando
ligamentos a la  indefinida espera
que cruza las envergaduras 
de aquellos talismanes, último recurso,
para imaginar la herencia que nos espera.
Después, el despertar del sueño
o la indulgencia para seguir durmiendo.
Fuimos ficción, siguiendo el pulso. 
de las madrugadas.

                   De la soledad que nos habita 




                           ÁNGELES
  (Amanece el mar en los campos de Dios)

XV

Ayer el verano llamó a las puertas
con su voz penetrante de raíz 
que busca el agua.
En silencio deja una señal 
de augurios y trances por resolver;
no se le conocen tatuajes en la piel
y siempre recogió el espliego de los campos.
En las horas de calor reposa
junto a los angeles.

VII

La mirada de los ángeles. 
guía el camino de la luz 
desde el amanecer 
hasta el ocaso.
Cuando los ojos asumen la noche 
como una promesa por desvelar.


I

El rito de los sentidos encierra
la llamada oculta de los ángeles
detrás de la lluvia, cuando septiembre 
cubre los cálices de las hojas hundidas
por el viento.

                De las tierras de Silo


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